jueves, 16 de febrero de 2012

Hay caballeros, lo que no hay son sillas...


Una señora entra a un autobús que está repleto de personas. La señora está embarazada. Todos los asientos están ocupados por damas solas o con niños, personas mayores y hombres de diversas edades.

Ella, con su estado avanzado de gestación y los pies hinchados, mira a su alrededor esperando que uno de los hombres se levante y le ofrezca el asiento, como se supone que sea. Al ver que nadie hace un gesto de cortesía, ella, indignada, exclama: "Parece que aquí no hay caballeros". Un hombre joven y fuerte que está sentado cerca de ella, le contesta: "Hay caballeros, lo que no hay son sillas"...

Esta historia se cuenta como un chiste sarcástico y absurdo, apelando a lo increible de la situación. Lo más lamentable del caso es que hoy hay muuuuuchos "caballeros" que se comportan de esa misma manera y que ni cuenta se dan de sus actos; y vienen de todas las edades y clases sociales.

Se está perdiendo la cortesía, los modales y la delicadeza. Lo veo en jóvenes y adultos, que cada vez están más ensimismados y no se percatan de lo que sucede a su alrededor.

Hoy mismo fui a mi supermercado favorito y mientras iba por las góndolas con mi carrito de compra, al tratar de entrar a una de ellas, tuve que dar reversa ya que un joven de veintimuchos años, profesionalmente vestido y de aspecto elegante, siguió su camino sin permitirme pasar. Yo soy muy cortés, tanto en la carretera como en el supermercado, y, al darle paso, ni siquiera me dió las gracias y siguió su camino como si él se mereciera el paso y yo estaba obligada a dárselo.

Aún en la carretera, cuando se supone que uno tenga el paso, siempre se debe agradecer a la persona que se detiene. Levante la mano en señal de agradecimiento y diga con sus labios gracias, aunque no lo escuche; la persona lo va a entender. Eso no lo hace menos importante, al contrario, lo enaltece como ser humano.

Cuando entre a un Centro comercial y abra la puerta de cristal, mire hacia atrás y espere unos segundos, si alguien viene detrás de usted, mantenga la puerta abierta para que la persona pase. No se convertirá en un portero, al contrario, se convertirá en un caballero o una dama con cortesía.

Cuando entre a un ascensor, salude a los que estén adentro y a los que entren posteriormente. Despídase cuando llegue a su destino.

No importa si es hombre o mujer, joven, adulto o envejeciente; la cortesía es para todos.

Los jóvenes se creen que se ven ridículos si le abren la puerta del automóvil a su amiga, novia o madre. Nada más lejos de la verdad. Nadie se va a burlar y todos lo van admirar y posteriormente a emular... Ojalá...

No importa si no le dan las gracias, la cortesía es suya y siempre será admirada.

Las damas de todas las edades debemos hacer valer la cortesía
Si no te abren la puerta, no la abras tú...espera....edúcalo y luego agradece....

Que no tengamos que volver a escuchar: "Hay caballeros lo que no hay son sillas"