lunes, 6 de agosto de 2012

Servicio de excelencia: ¿Fantasía o Realidad?


Recientemente viajé a Estados Unidos, al estado de las fantasías y de los personajes que te hacen soñar con que todo es felicidad. Lamentablemente yo no fui a estrechar el guante blanco del ratón más famoso y simpático del mundo ni a vivir unos días de fantasía. Viajé para asistir a una convención de trabajo…mucho trabajo.

No estaba en mis planes visitar parques de diversiones, pero no tuve que ir a ninguno para encontrar un mundo mágico. Lo que me encontré desde que llegué y lo que viví en esos días, albergó en mí un océano de esperanzas de que sea factible que podamos poseer un mundo mejor con personas que se desvivan por servirnos y crear una experiencia inolvidable que nos haga hablar y recordar la misma en años por venir.

A eso me dedico, a adiestrar a seres humanos de distintas industrias en el arte de servir con emoción y con pasión, no importa su entorno, educación o profesión. Mi misión es crear pasión desde adentro del alma por servir, por deleitar al cliente, por ser parte del círculo de la vida y que esa vida sea maravillosa y rica en experiencias.

Desde que bajé del avión me encontré dientes hermosos por todas partes. Estos maravillosos dientes estaban adornados por sonrisas dibujadas en las caras de todo el que pasaba frente a nosotros. ¡Qué sensación tan agradable! ¡Todo el mundo sonreía! A pesar de los problemas, la recesión, los altos precios y los escasos empleos; todos sonreían agradecidos de poder trabajar, por estar vivos y por compartir vivencias. Todos se desvivían por conocernos y brindarnos un servicio que excediera nuestras expectativas. Para estos seres no era una dificultad ni obligación, era una alegría genuina y explosiva.
Era como una reacción en cadena, como una corriente de electricidad positiva que contagiaba a todos por igual. Yo, que siempre estoy sonriendo, y, como a todos nos pasa, a veces no recibo lo mismo de vuelta, esta vez estaba en mi elemento, sonreía y me sonreían… experiencia increíble, maravillosa y extraña por demás.
La persona que nos atendió en el aeropuerto para darnos el automóvil que rentamos ¡hasta nos invitó a su hogar!, por supuesto que era puertorriqueña, llena de entusiasmo y con muchos deseos de servir.
Cuando llegamos al hotel el ambiente era de cortesía en su máxima expresión. Nos trataron con respeto y el servicio que nos dieron iba más allá de lo que los adiestramientos son capaces de enseñar…era inherente a ellos. Escogieron las personas correctas para el puesto correcto. Estaban genuinamente excitados y emocionados en recibirnos. ¿Será el ratón que contagia a todos en ese estado? Definitivamente el adiestramiento que se les brinda a los empleados tiene mucho que ver, pero es la calidad y el compromiso de la gente quien hace la verdadera diferencia.
A cada sitio que llegábamos nos trataban con entusiasmo y chulería. No importaba la edad o nacionalidad, desde jóvenes en barras deportivas hasta personas mayores en tiendas y restaurantes. Chinos, hindúes, colombianos, mejicanos, cubanos y puertorriqueños, así como americanos interactuaban juntos para hacer la combinación ganadora de un servicio de excelencia.
En la convención de trabajo a la que asistimos, conocimos a miles de personas, todas entusiastas y llenas de simpatía. ¿Será el clima? ¿Habrá algo en el ambiente? ¡Dame más si más merezco!
Una de las experiencias que más hondo caló en mí fue un detalle de una de las personas que abren las puertas a la entrada del hotel donde yo me hospedaba. Salí a correr una de las tardes por la avenida del hotel. Me disfruté la vista, los negocios y edificios que había alrededor. Todo estaba limpio, bello y ni una sola colilla en la acera. Flores, árboles bien cuidados,…mi Puerto Rico puede ser así si todos cooperamos y ponemos de nuestra parte.
Cuando volví al hotel después de correr por más de una hora, ni siquiera me sentía cansada. Todavía con la música en mis oídos agitándome el corazón, entré por la puerta de cristal sin percatarme que alguien corría detrás de mí. Al darme cuenta de que era conmigo con quien quería hablar, el empleado me entregó una botella de agua con una pequeña toalla doblada.
Me persiguió hasta quedarse sin aliento. Su misión era deleitarme aunque tuviera que correr un maratón detrás de mí. ¡Qué emoción la mía! ¡Apoyo Moral! ¡Hasta los patitos de la fuente del hotel quienes marchaban diariamente en una alfombra roja cumplían con su labor de servicio excepcional!
¿Por qué no sentimos este empuje en Puerto Rico? ¿Por qué no nos contagiamos con entusiasmo y emoción cada vez que hacemos nuestro trabajo? ¿Por qué no hacemos un esfuerzo por ser felices a pesar de los problemas que nos aquejan?
Mi labor como asesora de servicio al cliente es llevar ese mensaje, es crear consciencia de que es posible hacer realidad esa fantasía. De que en Puerto Rico somos seres humanos amables, serviciales y que eso es parte de nuestra naturaleza.
Pensemos en lo bueno que tenemos y sigamos adelante. Veamos el vaso medio lleno y nunca medio vacío. Contagiémonos de esperanza en vez de desesperanza. Hagamos que el servicio sea parte de nosotros en cada área de nuestra vida y transformemos en realidad la fantasía y si todos nos unimos en este compromiso, podremos decir con orgullo y libre de toda duda que ¡Puerto Rico lo Hace Mejor!

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